domingo, 11 de diciembre de 2011

CONTRALUZ

Acudí como una de tantas adictas a los editoriales de moda de Vogue, fan de Almodovar, curiosidad por las colaboraciones con Alaska, estaba disfrutando al ver el gran trabajo de cartelería, fotografía de moda,daba vueltas en círculo en la planta baja de la singular sala de exposiciones del Canal Isabel II, subí sin saber que me encontraría, y así, sin más, comienzas a sentirte parte de ese onírico mundo del genial Gatti, mundo que yo desconocía, atrás quedaba la colorida cartelería de la movida, las poses de la Watling y Penélope. Gran caballo blanco, poderoso en las formas, igual que las poderosas formas de los cuerpos desnudos bajo el agua, sinuosas bailarinas que danzan entre humo de cigarrillos que Bimba fuma una y otra vez, delicadas orquídeas que invitan a acariciarlas como si tuvieses el sexo más delicado entre tus manos, continúas arriba, con cuidado, las escaleras te llevan a un lugar más intenso cada vez, más oscuro y cada vez sos más parte de la obra, azul intenso sobre fondo negro, las formas se confunden, te confunden y vas dejando de ser vos, poco a poco continúas girando y más escalones, llegas por fin al gran planetario, te abrazan las formas en este lugar, dejas el cuerpo caer y es entonces cuando tu mente es atrapada por la vida que toman acá las fotografías del genio Gatti.

domingo, 4 de diciembre de 2011

¿Como siempre?


Creía que construía, cuando realmente destruía. Se disfraza con su petulancia, cuando realmente se abandonaba a su propio declive. Anoche me llamó, no atendí la llamada por respeto a las personas con las que estaba cenando, insistió, me levanté excusándome con ir al baño, la cobertura de aquel aseo no era la mejor sin embargo no hacía falta mucha claridad para saber que estaba dándose un baño de ansiedad con un sólo "hola, ¿puedes hablar?" contesté la verdad, que estaba ocupada, que al día siguiente le llamaría. Volví a la mesa, pero al término de la cena decidí ir directa a casa y llamarle, me había dejado preocupada. Quería que nos viésemos, era tarde, era invierno para ambos, accedí, como siempre, pensé de camino. Como siempre en un lugar poco transitado, como siempre vos y yo bajo la alevosa noche, le dije a modo de saludo con sonrisa socarrona. Alzó la mirada: "flaca no es como siempre, te extraño, te necesito, no he encontrado a otra como vos", le asomaban pequeñas lágrimas, idénticas a las de los críos cuando son conscientes de que es el último recurso que les queda para salirse con la suya.

No es como siempre, estamos por fin de acuerdo en algo. Yo no te extraño. Yo no te necesito, ya no. Por suerte, yo tampoco he encontrado a otro como vos.